En nuestra región son escasas las artesanas que se especializaron en realizar encajes de bolillo. Puede ser que se deba a lo complejo de dicha técnica, a su limitada enseñanza y falta de difusión.
Todas las personas consultadas han respondido que: " ...lo aprendí de mi patrona una señora con parientes españoles...; ... mi patrona hija de italianos..", o, "...las monjitas del colegio me enseñaron. ...".
No todas las mujeres en el pasado tuvieron la oportunidad de ir al colegio, o se empleaban en casas con personas ligadas a Europa. Pero lo importante es que esas mujeres que tuvieron la suerte de aprenderlo, generosamente fueron creando espacios para difundirlo entre sus parientes y amistades cercanas.
Este es el caso de la señora Carmen López de Espinoza, maestra en el arte del bolillo, oriunda de Río Claro ( fundo La Aguada, Yumbel), y poseedora de una gran cantidad de muestras de tejido que se encuentran en la sala Curarrehue, creció viendo tejer a su abuela Rosa, a sus tías y a su madre. La abuela Rosa a su vez aprendió a tejer de su patrona. A esta señora le enseñaron a tejer en el colegio, utilizando patrones o moldes en cartulina que se adquirían en las librerías de Santiago. Para tejer se coloca el patrón sobre la almohadilla, y el diagrama guía el deslizamiento de los bolillos, ayudado con los alfileres, clavándolos en el lugar preciso.
Todas las personas consultadas han respondido que: " ...lo aprendí de mi patrona una señora con parientes españoles...; ... mi patrona hija de italianos..", o, "...las monjitas del colegio me enseñaron. ...".
No todas las mujeres en el pasado tuvieron la oportunidad de ir al colegio, o se empleaban en casas con personas ligadas a Europa. Pero lo importante es que esas mujeres que tuvieron la suerte de aprenderlo, generosamente fueron creando espacios para difundirlo entre sus parientes y amistades cercanas.
Este es el caso de la señora Carmen López de Espinoza, maestra en el arte del bolillo, oriunda de Río Claro ( fundo La Aguada, Yumbel), y poseedora de una gran cantidad de muestras de tejido que se encuentran en la sala Curarrehue, creció viendo tejer a su abuela Rosa, a sus tías y a su madre. La abuela Rosa a su vez aprendió a tejer de su patrona. A esta señora le enseñaron a tejer en el colegio, utilizando patrones o moldes en cartulina que se adquirían en las librerías de Santiago. Para tejer se coloca el patrón sobre la almohadilla, y el diagrama guía el deslizamiento de los bolillos, ayudado con los alfileres, clavándolos en el lugar preciso.
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